19.5.14

capitulo XI

DONDE  sE  CUENTAN  LAS  RAZONES  QUE  PASÓ  SANCHO  PANZA  CON  SU   SEÑOR  DON  QUIJOTE,   CON  OTRAS  AVENTURAS  DIGNAS  DE  SER  CONTADAS.

Llego Sancho a su amo, marchito y desmayado; tanto, que no podia arrear a su jumento. Cuando asi lo vio Don quijote, le dijo:
- Ahora acabo de creer, Sancho Bueno, que aquel castillo o venta es encantado sin duda, porque aquellos que tan atrozmente tomaron pasatiempo contigo, ¿que podian ser sino fantasmas y gente del otro mundo? ; y confirmo esto por haber visto que cuando estaba por las bardas del corral mirando los actos de tu triste tragedia, no me fue posible subir por ellas, ni menos pude apearme de Rocinante, porque me debian ter encantado.
-Tengo para mi que aquellos que se holgaron conmigo no eran fantasmas ni hombres encantados como vuestra merced dice, sino hombres de carne y hueso como nosotros, y todos, segun los oi nombrar cuando me volteaban, tenian sus nombres; asi que, señor, el no poder saltar las bardas del corral ni apearse del caballo en ál estuvo que en encantamentos; y lo que yo saco en limpio de todo esto es que estas aventuras que andamos buscando al cabo nos han de traer a tantas desventuras, que no sepamos cuál es nuestro pie derecho; y lo que seria mejor y más acertado, según mi poco entendimiento, fuera el volver-nos a nuestro lugar ahora que es tiempo de la siega, y de entender en la hacienda, dejándonos de andar en ceca en meca y de zoca en colodra, como dicen.
 -¡Qué poco sabes, Sancho - respondió D. Quijote -, de achaque de cabballería! Calla y ten paciencia, que día vendrá donde veas por vista de ojos cuán honrosa cosa es andar en este ejercício.
 -Asi debe de  ser - respondió Sancho -, puesto que yo no lo sé; sólo sé que después que somos caballeros andantes, o vuestra merced lo es (que yo no hay para que me cuente en tan honroso número), jámas hemos vencido batalla alguna, si no fué la del vizcaíno, ya aún de aquella salió vuestra merced con media oreja y media celada menos; que después acá todo ha sido palos y más palos, puñadas ya más puñadas, llevando yo de ventaja el manteamiento.
 (...)


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